-En el inicio de trajinas,
erase mi faz nula,
oscura, confusa,
y desorganizada.
Mis frases volaban,
sobre las aguas ocultas,
de un gris inerte,
y obtuso.
En su complacencia,
el divino,
prendió la llama,
que alimenta,
la lumbre,
de mi comienzo,
con fuego de ansias,
sujeto a la singularidad,
de una esperanza.
Disipado,
en la veta de Gonzalo,
bohemio,
poeta,
mi padre,
descendiente de bardos guerreros,
y musas líricas.
Sangre azul,
de un arte humilde,
pero certero.
Nací en el pesebre de un Xolotlan,
pasión fundida,
en el Crepúsculo de un Darío,
cordura de un Alfonzo Cortés,
y albor-ostra de una Venus de Bellí.
Fui bautizado,
a cien años herencia,
de un Kipling Indo-Británico,
ilusión de mi padre,
que aquel nombre influencie en mí,
como galaxia canibaliza,
y no esté tallo,
carente,
de aura,
pluma,
oda,
y canto.
Llámame Poeta o Bonilla,
sueño, admiración,
que aun guardo en mis fantasías,
de este,
tu humilde prosario,
quien se atasca en frases limitadas,
sedienta y ahogadas en ignorancia,
presuntas de un “saber,
que no sabe nada”.
Después de pocos años,
bajo el paraguas de mi madre,
y entre el plumaje de su reposo,
aun infante,
cuando ya mi orgullo,
se creía un oso,
un gallardo,
un cenzontle,
un Alejandro,
a mis diecisiete años,
partí al norte,
a otros campos,
a conquistar mi Persia.
Disfrutando de la esclavitud,
de un sueño altanero,
pomposo,
y publicitario,
forjando vida,
en el abandono,
de mi herencia,
mi bella Nicaragua,
mi gente.
Ahora escribo,
desde lejos,
donde una vez más,
el sol de mis ancestros,
conforta mis decisiones,
al lado de mis tesoros,
disfrutando un nuevo renacer,
nuevo reencuentro,
muchos años después.
Escribiendo,
una vez mas,
y por primera,
marcando mi heredad,
con la pluma trasluciente,
legado,
batuta,
de un Gonzalo Bonilla.
Con la corona de su sangre,
esperanzado que en su espíritu,
me enviara,
el lazo,
de una la ilusión divina,
contemplación humana,
en poesía,
así tal vez poder,
ahora si ser,
un buen Bonilla.
~Rudyard Bonilla ♥
2009 copyright © derechos Reservados

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